Qué alegría da pensar en una creencia subjetiva agradable en un mundo puerco. Una creencia ilusoria que más tarde fue despiadada. Es raro saber cómo nuestra conciencia nos las juega y la realidad no deja de ser un juego, un instrumento de nuestro azar. Un azar demasiado peligroso mientras confiamos en él. Lo que mi mente vaticinaba como esperanza ha cambiado y ahora me deja en evidencia. Que iluso he sido al andar por un campo de césped cuando debajo había hormigas. Que incauto ha sido andar descalzo y pensar que el frescor de la hierba es lo que refrescaba mi interior. Así que me tumbo, dejo que el frescor recorra y humedezca mi cuerpo y que mis suspiros refresquen mi alma mientras cierro los ojos y escucho una canción.
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