Aturdido en el terrado, siento como la mañana ha ocupado el sito de la noche. Las divagaciones y el alcohol ingerido hicieron que pactara con el diablo. Le vendí mi alma y no sabía a cambio de que había sido. Pues sólo recuerdo aquel apretón de manos y aquella herida con la que debí de sellar el acuerdo. Mi cuerpo estaba normal, no sentía euforia ni fatiga, sólo resaca. Anduve hasta casa y en la mesa había un libro rojo y en la silla una escopeta M6. Lo primero que hice fue tomar la escopeta y apunte con ella al televisor. Después me dispuse abrir el libro y contemplé una foto. La cara no me era nada familiar y en el pie de foto estipulaba el nombre, dirección y fecha de la muerte. Lo que me sobresalto un poco es que el día de la muerta era la fecha de mañana. Lo que hizo que diera un salto de la silla al tiempo que me llevaba las manos a la cabeza. Las demás páginas eran idénticas. Hombres y mujeres con sus fechas de funeral. Fue entonces cuando divagando sobre la muerte, recordé lo que había ganado con el pacto. Y fue que la muerte nunca me llegara, ser inmortal. Pero lo que no sabía es que el precio que tenía que pagar a cambio, era ser el sicario del diablo eternamente…..
No hay comentarios:
Publicar un comentario