La sombra de la guadaña te sigue los pasos. Te susurra, acaricia y acompaña tu estela sutilmente. Te propina pequeñas heridas que hacen que te desangres poco a poco. Intentas salir a la luz pero su séquito te persigue para que recuerdes que siempre está ahí, que no tienes escapatoria y que no puedes burlarla. Así que la desesperación se vuelve en liberación cuando te enfrentas cara a cara con ella cerrando los ojos y dejando que te atraviese entregándote a tu suerte….
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